martes, 15 de junio de 2010

El Guardián

…Y pensar que los juzgo tantas veces, inclusive llego a afirmar que el suicidio era cosa de cobardes y sin embargo saltó, y aunque intente persuadirlo fue en vano, estaba decidido; ya se, no me digas nada, estas pensando que nunca lo harías, él también lo pensó, no estaba loco, ni era tan distinto a vos, no tenia las grandes deudas ni las grandes desilusiones, pero sencillamente un día sin saber bien porque, saltó…, no existía un gran motivo, algo paso por su mente y sin pensarlo demasiado, tomo una decisión; una que no fue tomada en base a lo difícil que le era vivir, la razón fue otra, quizas más desoladora, aunque igual de triste.

Un día después del trabajo regreso a su departamento, sexto piso puerta B, lo recuerdo como si fuera hoy. Llego tarde como solía llegar los miércoles, busco en la heladera algo que comer, se sentó a cenar como de costumbre y encendió el televisor, pasaban las noticias y en ellas contaban que alguien se había suicidado, su primer reacción fue no entender, y mientras llevaba otro trozo de carne a su boca pensaba; ¿por qué?¿por qué alguien haría semejante cosa? y esa pregunta se repetía incesantemente en su cabeza, cuando su concentración fue interrumpida por una idea aún más perturbadora, ¿por qué no? y mientras buscaba desesperadamente una respuesta descubrió con horror que no hallaba motivo para justificar su vida, entonces comenzó a transpirar, un sudor frío corría por todo su cuerpo, se levanto y se dirigió al balcón, supuse en su momento que a respirar un poco de aire para recomponerse, pero una vez ahí…, se arrojó.

Yo estaba desesperado, más que él, me tomo completamente por sorpresa, juro que le hable y le grite, pero ni siquiera me escucho y cuando él saltó…, yo salte con él, y ni siquiera me presto atención, sus ojos vidriosos miraban al vacío pero su mente de apoco comenzó a recordar, recordó aquel primer juguete con el que paso gran parte de su infancia, recordó a su madre y a su padre llorando de alegría el día que el nació, y los juegos con sus hermanos, aquel primer beso, el primer amor, los amigos, los sueños olvidados, todo recordó y no sabia que hacer, y la caída que parecía corta se hacia eterna y de a poco la respuesta a aquella pregunta llegaba a su mente y sus ganas de vivir se hacían más y más fuertes.

Así  fue, como en el medio de la nada y con el cemento como único anfitrión de su llegada, se dio cuenta que quizás no hacia falta una buena razón para seguir viviendo, porque descubrió que al final; era absolutamente imposible no querer hacerlo, y arrepentido pidió perdón y yo le escuche a mi lado llorar, y aún cuando el inevitable crujir de sus huesos lo ensordeció para siempre, no dejo de pedir perdón.…

A veces pienso en él, pienso que tal vez si me hubiese escuchado cuando le grite hoy estaría vivo, quejándose de las mismas cosas de siempre, pero viviendo para poder cambiarlas, quizás hasta hubiese entendido que la única buena razón para seguir viviendo, es justamente poder seguir haciéndolo, aunque más no sea, para ver que sigue.

Yo después de aquello renuncie, no podría haber sido el ángel de otra persona, no después de él, ahora deambulo por ahí contando esta historia aunque hoy igual que ayer, muy pocos son los que quieren escucharme....

Vos…me oíste?

1 comentario:

  1. Hola Lindo!!Me encanta como escribes!! Me gustan todos y cada uno de tus relatos pero definitivamente "El Guardian" es mi debilidad!!

    Ay guacho! q no me habias dicho q tenias un blog!! Y vaya blog!! Estoy ansiosa por ver q más cositas escribes!! Besitos!!

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