viernes, 11 de noviembre de 2011

Nuestra Casa.

El día ha llegado, el nuevo propietario de la casa la observa detenidamente, y a mí me cuesta contener las lágrimas...

“Ladrillos son ladrillos”, diría algún pragmático espectador, y sin embargo esta observación, con la que en otro momento hubiese coincidido plenamente, hoy me parece de lo más absurda.

¿Cómo van a ser solo ladrillos caballero? Ve esos pisos? Yo en esos pisos tracé interminables autopistas, ahí mismo donde esta usted parado se han dirimido batallas heroicas entre playmobiles de diferentes castas..., años más tarde sobre esas mismas baldosas baile mis primeros lentos a un brazo de distancia de la señorita en cuestión, pero con el corazón galopando desenfrenadamente como si estuviera pisando la luna por vez primera, y algo de eso había....

En este lugar hemos festejado las más hermosas navidades con mis abuelos queridos; aquí dormí y soñé sueños que olvide..., y otros que hice realidad. En esa estufa que imita leños infinidad de noches he calentado mi cuerpo y otras veces, con la misma apagada, me he apoyado igual por costumbre, muchos de nuestros invitados han experimentado el mismo fenómeno inexplicable, esa estufa es mágica, créame usted.

Ese jardín que ahora esta maltratado producto del paso del tiempo, ha sabido ser anfitrión de innumerables asados, reuniones y festejos, permítame que le diga que si hubiera tenido la suerte de asistir a tan solo uno de ellos, no cruzaría por su cabeza la idea de llamar a esta casa “solo ladrillos”, pregunte usted a los que han disfrutado de este fondo, a los que han reído con ganas largas noches de verano, a los que han filosofado sobre los problemas de la vida que fueron cambiando de las materias que me llevo, al estrés que traigo.

Aquí también han habitado los perros más nobles, Max y Pantufla, guardianes feroces de ilusiones perdidas y alguna pelotita con la que jugaban hasta el cansancio. Esa pileta que ahora muestra la piel ajada por el sol, nos ha refrescado noblemente verano tras verano sin pedir nada a cambio. Testigos de mates interminables han sido esos pinos que usted ve ahí...

Estos ladrillos, querido señor, me han visto crecer, equivocarme, acertar, llorar, reír, amar, desilusionarme, estos ladrillos guardan recuerdos de amigos, muchos temas de los Stones, miles de cigarrillos fumados y otros miles dejados de fumar.

Si, ya sé..., todo eso esta en mi mente y no en estas paredes, tiene usted razón, quizás finalmente sean solo ladrillos...pero permítame decirle que jamás los olvidaré, que siempre estaré agradecido por habernos albergado tantos años, que me llevo el olor de mil primaveras compartidas con mis hermanos, del vestido de mamá al regresar de la escuela y de las manos de papá luego de cortar el pasto un domingo cualquiera.

Ojalá los nuevos dueños logren transformar estas paredes en mucho más que eso, nosotros por otro lado, ya hemos hecho lo nuestro.

Adiós entrañable Páez, siempre serás más que ladrillos entre los que tuvimos la dicha de conocerte, ha llegado la hora de ser nosotros los que te demos albergue en nuestro corazón, y esto si, será para siempre.